Esta pregunta nos la harán nuestros hijos, nuestros nietos. La gran estafa que ha sido siempre esta “crisis” no ha echado a perder solo una generación, sino varias. Debido a la supresión de todas las conquistas sociales y laborales a la que estamos asistiendo, gran parte de la población que ahora tiene menos de 50 años, tendrá serios problemas para afrontar su futuro. Por consiguiente, sus descendientes (quien los tenga) partirán de una posición de clara desventaja con respecto al resto.
Si no hacemos algo para remediarlo, es muy probable que el escenario en apenas 20 años sea parecido al siguiente:
* Es muy probable que quienes ahora tienen hijos, vean cómo dentro de 20 años las vidas de sus hijos son de peor calidad, en lo referente al bienestar social, que las que ellos mismos tuvieron.
* Es muy probable que quienes ahora tienen hijos, vean cómo dentro de 20 años, siguen conviviendo con ellos porque el sistema solo garantiza la independencia económica a un porcentaje insultantemente reducido de la población.
* Es muy probable que quienes ahora tienen hijos, vean cómo solo la mitad de sus hijos se incorpora al mundo laboral y lo hace viéndose obligado a aceptar condiciones impensables hasta para los más veteranos y salarios indecentes hasta para los menos exigentes.
* Es muy probable que quienes ahora no tienen hijos, nunca puedan permitírselos. Si el bodegón de tupperware vacíos que está pintando el neoliberalismo en muchos hogares españoles se prolonga durante los próximos 20 años, o empeora como todo apunta, muchas mujeres jóvenes que aún no se han planteado tener hijos, verán pasar esa oportunidad sin poder aprovecharla. Con lo que no solo perderíamos esa generación, sino también su fruto.
Todo ello es muy probable si no detenemos en seco al 0,01% de la población que representa este sistema de esclavismo inmoral y delictivo disfrazado de legalidad, en el que vivimos.
Es nuestra obligación conseguir que los hijos de esas jóvenes mujeres no tengan que hacer nunca esa pregunta a sus madres, porque nadie les haya robado finalmente su futuro.
Puede que solo sean impresiones mías, pero si esto fuera una democracia, no estaríamos descontentos la mayoría. La propia reacción de la ciudadanía certifica y atestigua el fracaso más absoluto del sistema actual.
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