Este un pequeño espacio que busca ser una herramienta alternativa para la autonomía (auto-educación y auto-aprendizaje) tanto en el espíritu individual, como colectivo; y a si fomentar el pensamiento crítico, creativo, rebelde y libertario. También impulsa una ética horizontal, es decir, entre iguales; la racionalización de individuos (Pensamiento por sí mismo, pensamiento en el lugar del otro y ser consecuente) igualmente esto va contra toda discriminación y promueve la creación de cultura.

sábado, 21 de mayo de 2011

Esta foto es ‘ilegal’: Homenaje a Madrid, el kilómetro cero de la democracia en España


"Madrid, Madrid, ¡qué bien tu nombre suena
rompeolas en todas las Españas!
La tierra se desgarra, el cielo truena,
tú sonríes con plomo en las entrañas"
("Madrid", Antonio Machado, 7 de noviembre 1936)

Dedicamos esta entrada a la Delegación del Gobierno de Madrid, que ordenó desalojar a los concentrados tras la manifestación del 15 de mayo y a los cuatro ¿incontrolados? que quemaron cuatro contenedores esa noche; a las juntas electorales Provincial y Central, que “prohibieron” esta gran movilización ciudadana, y a las fuerzas políticas del sistema que apoyaron ese “brindis al Sol“; y por último, pero no menos importante, al Tribunal Supremo, por declarar que la realidad es “ilegal”.
Crónica 18 y 19 de Mayo: Spanish revolution

Tras haber dormido como un tronco durante al menos 6 horas, tras escribir todo lo que escribí, subir todo lo que subí, hablar todo lo que hablé y conocer a todas esas personas que mantienen la acampada de sol en pie y a todas esas que lo enseñan al mundo, me desperté tirado en mi habitación, tal y como me había acostado: Con toda la ropa del día anterior. Fue tal la paliza, y fue tal la cantidad de cosas que aprendí y la cantidad de gente a la que conocí que quería más, y ni siquiera pasé por la ducha antes de salir (Niños, no hagáis esto en casa, es de mala educación además de muy incómodo). Twitteé por un rato corto para asegurarse que esta vez no me rondaran los palos al llegar, cogí mis cosas tal y como estaban y salí a la calle.

Eran aproximadamente las 12 de la mañana, y por lo que pude leer por encima (Muy por encima) en twitter, la acampada seguía en pie y crecía a pasos agigantados tanto en afluencia como en participación de asambleas, intervenciones e infraestructura. Tenía tantísimas ganas de llegar que ni siquiera reparé en que la solana del día anterior me había dejado un característico tono ‘Rojo guiri’ en los brazos y el cuello, que no dolía pero que no era del todo agradable (Sobre todo por la franja de color ‘carne de no-muerto cubierto en talco’ que se me había quedado en la muñeca por la cinta de la cámara). La verdad es que no importaba, aunque todos en el metro me miraban algo raro. Y aunque el rojo de la cara quemada disimulaba mis ojeras, era un tono demasiado cantoso fuera de la plaza de Sol.

A lo que iba. Llegué a la plaza a las 13:15 aproximadamente. Teniendo en cuenta que el martes desalojaron sol por completo y tiraron muchas de las pertenencias de la gente que allí acampaba a la basura, me sorprendió el simple hecho de ver algo. Había pequeños grupos aquí y allá, y había techumbre improvisada con lonas y cilindros de cartón para protegerse del sol, amén de algunos botes de crema solar que los vecinos y asistentes habían donado a la (De nuevo improvisada) zona de botiquín y objetos perdidos.


También había muchísimos puestos de acción, información, carteles, comunicación, y hasta un pequeño almacén de material, en el que guardaban todo lo que la gente les daba. A esa hora eran prácticamente todo cartones, cubiertos con lonas para evitar que se mojaran.


El resto de la plaza seguía su ritmo habitual. El campamento no era demasiado grande, y los turistas y curiosos se paseaban por él a sus anchas. Quedaban algunas pancartas en los andamios, pero ya no había gente subida. Se podría decir que era un pequeño asentamiento de gente medianamente organizado que se negó a aceptar el desalojo del día anterior. Mucho mejor que dormir con cartones en la calle, desde luego. También tenían una pequeña carpa donde estaba (Y creo que sigue) La comisión de comunicación, con sus portátiles actualizando twitter, el blog y facebook.


Toda la plaza estaba llena de pancartas, carteles, señales, dibujos y mensajes. Todos ponían su granito de arena, unos con ingenio, otros no tanto, pero todos con la mejor intención.


Empecé a andar por la plaza sin rumbo fijo. No parecía haber demasiada gente, y la que había se limitaba a mirar, a curiosear y a pegarse a las asambleas a escuchar. De vez en cuando alguien de fuera del corro pedía la voz, y se le daba. Al igual que el día interior, había gente de toda clase y condición discutiendo sobre cualquier tema que estuviera relacionado con todo aquello. Me resultó impactante sentarme cinco minutos y descubrir que en una media hora no había escuchado ninguna conversación sobre fútbol, wow ó POSE/PP. La gente buscaba alternativas, discutía… Aquello era la leche, por emplear alguna palabra. Muchos miraban curiosos toda la organización que había. Las cosas cambiaban de sitio bastante a menudo, pero siempre se actualizaba el mapa que había en la entrada de la calle del carmen, entre dos cabinas telefónicas.


Hablé con algún que otro portavoz y con gente que se había quedado allí toda la noche, escuchando lo que me decían sobre la asamblea de las seis de la mañana, con algún momento tenso resuleto sin mayor complicación. Otro de los rumores por los que pregunté fue ese que circulaba por twitter que decía que gente del PP y del PSOE se había acercado a Sol para mostrar su apoyo con la causa. Quedó desmentido por 4 personas diferentes a lo largo de la reunión, así que por ahí tampoco había donde rascar. También seguían instalando más toldos, porque se imaginaban que iba a llover y el sol, aunque escondido, pegaba bastante fuerte.


Estuve hablando con un señor mayor que había estado trabajando 11 años en el parque móvil de la Moncloa como chófer, y que me deleitó con un sinfín de chascarrillos sobre la épica del franquismo. Después me quedé a escuchar a un señor que hablaba muy bien (Me quedé al igual que una bióloga retirada que estaba allí) y que parecía una auténtica enciclopedia universal (No por pesado, claro, sino por inteligente y… ‘Dotado de memoria’, digamos). Por alguna razón acabamos hablando de la galería de los uffizzi, de mitología griega, del origen de los dioses, de Fahrenhait 451 y demás libros imprescindibles, diferencia entre el hombre y el resto de animales y la influencia de la herencia cultural en él… Repito, no tengo ni la más remota idea de cómo acabamos charlando sobre algo así, pero el caso es que me gustó. La chica que estaba con nosotros (Bueno chica… Digamos ya mujer, porque tenía más de 60 primaveras encima) comentó que, según ella, el hombre es como cualquier otro animal que nace, se reproduce y muere, pero que pierde el sentido de su existencia al ser consciente de que existe su propia muerte. Un comentario muy interesante que apunté, porque creo que hay gente trabajando sobre ello y es un área muy interesante. Como último apunte, volvimos al tema del que supuestamente habíamos partido hacía casi una hora, y el hombre dijo que aquello no iba a llegar a ninguna parte. Que había que hacerlo frente a la moncloa, quemar la moncloa y luego ocupar la moncloa y hacer los plenos allí. Nos despedimos entre risas, y se fue.


Sin ir más lejos, y para que os hagáis a la idea de lo ‘internacional’ que fue #Acampadasol en su tercer día, estuve hablando con un israelí majísimo que me dijo cosas como que el hombre en españa crecía odiando el dinero porque carecía de él, y que había que cambiar esa mentalidad de una vez por todas si aquello debía progresar, que los negocios tenían un probema gordo porque no querían cambiar su modelo, o que las empresas chinas se saltaban las normas a la torera y aquello perjudicaba seriamente al comercio y, en última instancia, al consumidor. También me contó anécdotas de los disturbios del domingo, entrando a un bar de pijos de preciados a toda prisa con bermudas y camiseta al escuchar los disparos y asomando la cabeza fuera de vez en cuando a través de la persiana semiabierta. Un buen tipo, me entraron ganas de visitar Israel después de hablar con él.

Mientras él se despedía otro venía. Esta vez era un periodista canadiense que vivía en Marruecos y que había venido a Madrid de vacaciones. Resulta que el martes salió de fiesta, y con copa por aquí copa por allá acabó confundiendo la acampada de Sol con un macrobotellón, donde se quedó hasta las tantas de la madrugada. Venía porque había leído sobre lo ocurrido en Internet y quería asegurarse. Un tipo majísimo, lástima que como muchos otros no me acuerde de su nombre. Hablamos de mil y una cosas y seguramente a los que lean esto no les interesen, así que iré un poco más al grano.

Estuve mucho, mucho rato andando por la plaza, viendo todo y hablando con todos. La comida se acumulaba, e incluso venía gente de fuera a ayudar. una furgoneta de una sidrería repartía fabada, macarrones, chocolate y agua a quien se lo pidiera.


En la plaza corría el rumor, cada vez más fuerte, de que la comisión electoral había prohibido la concentración en Sol. La verdad es que todo el mundo estaba bastante nervioso, pero después del desalojo del martes y el buen rollo de la tarde, la gente no estaba muy preocupada la respecto. En efecto, a las seis y pocos minutos de la tarde, el gabinete de prensa (Los de prensa, que cada uno allí los llama como buenamente quiere o puede) comunicaron que las declaraciones de la junta electoral no podían aplicarse a este caso concreto (No recuerdo el tecnicismo exacto que se usó), y que la convocatoria seguía en pie.

Apenas diez minutos después me crucé con otra de las personas que estaban allí hablando con la prensa. Dijo que los políticos eran víctimas (principalmente por aprovechados) del propio sistema, y que ese sistema está ahí para ocuparse de que todos estén dentro y nadie escape de él.

Así pasó la tarde sin mayores incidentes, hasta que a eso de las siete menos algo de la tarde me fui a los servicios de ‘El corte Inglés’. Había alguna zona ‘Habilitada’ o designada para esas cosas, pero la plaza estaba llena hasta los topes y no había manera. Aproveché para comprar algo de agua, porque aunque había unas cuantas botellas en la zona de la cocina dudaba de que toda aguantara con toda la gente que había allí. Al volver, me encontré con una fila formada por unos 7 furgones policiales (Mis amiguetes de la UIP), aparcados cerca de la fuente oeste. También se veían algunos furgones y varios agentes en todas las calles que daban a Sol.


Me acerqué a la calle preciados, que era la que más cerca me pillaba, e intenté hablar con un policía. Les habían pedido que hicieran algún control rutinario y aleatorio a todo el que pasara: Registrar algún bolso, retirar pancartas y carteles y ese tipo de cosas. Por curiosidad les pregunté a dónde iban todos los datos que recogían, y me dijeron que lo mandaban todo a la subdelegación del gobierno, y que ellos no lo usaban a no ser que hubiera algún delito conocido entre medias.

Debido a la fuerte presencia policial la plaza de Sol se fue llenando lentamente y los furgones ocupaban parte de la plaza, pero a las ocho menos cuarto el lleno era casi completo. A las ocho en punto, como un reloj, comenzaron los pitidos y las consignas. Había sitio para moverse por los alrededores de la plaza, pero el centro de ella era un auténtico hervidero de pancartas, panfletos, gritos y saltos. Moverse era difícil, pero a base de ‘por favor’ y ‘gracias’ uno se podía mover por la multitud sin problemas. La fiesta siguió así durante más de una hora. Alguna discusión esporádica con gente que traía banderas se solucionaba rápidamente con gritos de ‘no a la violencia’ y palabras. Nada llegó a más, gracias a la voluntad de la gente de no convertir aquello en una masacre campal (Que es aproximadamente lo que habría pasado si se hubiera iniciado una pelea en ese momento).


Había algún que otro medio de comunicación en las azoteas de los edificios, aprovechando que la gente les dejaba pasar. No fue así con los de la ETB, a los que no dejaron pasar al edificio norte (El del anuncio en el andamio). Les aconsejé acudir a viviendas particulares o al hostal que hay en la salida noroeste de la plaza. No les acompañé, pero no sé si lo consiguieron (Y eso que me los volví a encontrar al día siguiente, pero se me olvidó preguntar)

La megafonía, de momento, callaba. Dejaba que los demás hablaran por ella. Al contrario de lo que pasó el martes, no había necesidad de animar a los asistentes a hablar y expresarse: Ya podían hacerlo solos. Pero a las diez menos cuarto rompió su silencio para confirmar acampadas en parís y rumores de acampadas en Berlín. Poco después se confirmaron preparativos de acampadas en Bhirmingham, Bruselas y buenos aires, así como en la embajada española en México y Nueva York, cada una de las cuales sacaba una ovación al público.


Los organizadores lanzaban fruta, pasaban zumo y agua a la gente que estaba allí manifestándose. El centro neurálgico de la plaza (El caballo, como ya se le conoce) era una amalgama pre-alfa de plásticos, cajas, cuerdas, lonas y poco más. La gente ofrecía su ayuda tímidamente, cualquier mano era bienvenida.

La gente comenzó a abandonar la plaza, y se liberó el espacio suficiente como para no estar agobiado allí. Escuchaba a varias personas hablando de que habían cortado la conexión a internet en toda la plaza y calles cercanas, y que habían puesto inhibidores de frecuencia. Me extrañó mucho, y me lo acabaron desmintiendo periodistas de TVE y punto radio, que me confirmaron que el soporte GPRS estaba completamente colapsado y que desde las calles adyacentes era perfectamente posible conectarse.


La gente seguía en la plaza, y los camiones policiales también, aunque se habían movido al parking improvisado frente al ayuntamiento para dejar algo más de sitio a la gente que seguía ocupando la plaza. La llovizna era ya una realidad, y amenazaba con dejar la plaza desierta y, de nuevo, a merced de los antidisturbios que esperaban. Pero aún así la gente se quedó. Más de 200 personas vieron a las dos de la madrugada cómo todos los furgones excepto un par de ellos abandonaban la plaza entre aplausos.


La lluvia ligera obligó a poner algún cartón en el suelo para evitar resbalones. No fue la mejor idea, ya que el tiempo fue a peor y la lluvia fue a más. El viento también hacía de las suyas, y las pocas lonas sujetas por cilindros de cartón para protegerse del sol se convirtieron en improvisados y endebles refugios de lluvia que el viento se llevaba constantemente. Estábamos todos apelotonados bajo los plásticos, sobre un fango marrón de cajas de cartón y agua y con un frío bastante considerable a pesar de estar todos pegados (no TAN pegados). De vez en cuando los ánimos se caldeaban y surgía algún cántico o consigna, pero por regla general, y de nuevo, el comportamiento de los allí presentes fue ejemplar. A las pocas -poquísimas- personas que bebían se les pedía por favor que lo hicieran en la calle de al lado y luego volvieran, para no dar mala imagen. Ningún problema, se iban y venían. No vi ninguna borrachera, excepto la de los mendigos habituales del centro de Madrid que vinieron a por comida y techo y recibieron lo que buscaban sin ningún tipo de problema.


Los debates, eso sí, continuaban. Los pequeños grupos discutían las participaciones en la asamblea y algunos puntos concretos, y a pesar de que mucha gente se había ido, quedaban más de 200 personas. Voluntarios pasaban escobones por el suelo para retirar los cartones mojados (Ahora un espeso barro marrón), el agua estancada y algo de basura que había caído. Los contenedores hacían de bases improvisadas donde colocar los soportes de las lonas, así como depósitos de todo el cartón que se recogía.


A las tres y cuarto de la madrugada, un camión de basura vino a vaciar todos los contenedores, y se fue por donde vino. La plaza estaba ahora prácticamente vacía. O eso parecía de lejos, pero la realidad era que bajo las lonas había una gran piña de gente.

A partir de aquí dejé de dar vueltas, y acabé por algún motivo (No sanitario) En enfermería, hablando con Oscar y Lola, un médico y una enfermera que, además de trabajar sus horitas diarias, estaban otras tantas como voluntarios en el campamento. A esas horas la enfermería eran cuatro personas durmiendo sobre lo que podían con una caja de fresas con un par de botellas de betadine, gasas, ibuprofeno y poco más. El agua se colaba por donde podía, y a muchos de los que estaban bajo la carpa recibían un chorrazo de agua acumulada en las lonas. Hubo un par de casos de gente con molestias en la garganta, incluso una chica con molestias en los ojos. No pasaba nada, un vecino incluso había traído colirios desechables y pudo dormir sin problemas. Hablé también con un jubilado al que llamaban Barragán. Profesor retirado, llevaba allí desde la tarde, y se quedó animando el cotarro. También estaba el chico rojo de la cresta (Ni nombre ni foto por si acaso se molesta, hay gente que prefería mantener su anonimato), otro chico que se había roto las dos manos en un accidente de bici.


Vinieron algunos camaras de TVE a filmar de lejos, incluso una pareja de chicas de ‘a fondo’ (Me suena que son reportajes cortos de Antena 3, al menos así era hace tiempo) que no sabían ni por dónde les daba el aire y que entendían lo que querían entender. Lola, la enfermera, hizo un trabajo increíble comprobando que lo entendían todo bien (Pensaban que el chico de la bicicleta y todos los que estábamos reunidos allí eramos enfermos o heridos) y dejándolo todo muy claro y transparente frente a la cámara, así como aconsejando a todos los presentes por megafonía que mantuvieran los pies secos, descansaran y se sentaran un rato. También estuve hablando con ella de la imagen en los medios, y de muchas, muchas más cosas. Hablé tanto que ahora mismo me duele la lengua, y no es broma.


Estuve compartiendo frío, agua y anécdotas con ellos hasta las seis menos cinco de la mañana, mientras más y más voluntarios ayudaban a construir una estructura de lona más estable y duradera al otro lado del caballo. Los vecinos de vez en cuando aparecían con más lonas y material, y se empezaban a cambiar los cartones en el suelo para dormir por palés, para evitar que los que allí dormían se mojaran. A un chaval incluso se le rajó el suelo de la tienda, inundándose todo y dejándole perdido de agua. No tardaron en darle ropa seca, un saco y un plástico. Le recomendé que levantara la tienda para que el agua se fuera, que tapara la brecha con cinta aislante por ambas caras, que lo secara y que pusiera un plástico. Por suerte o por desgracia me pasó una vez estando de acampada, y no es algo agradable que digamos.


En ese momento, a las 6 de la mañana, la megafonía rompió su silencio para anunciar que en salamanca, la policía estaba llevando termos con café a los acampados, y que en Barcelona, el desalojo se frustró al hacer los manifestantes peso muerto. Parece un detalle sin importancia, pero la policía parece haberse contagiado de este espíritu y ya no están tensos y, como se suele decir, ‘a la que salta’. Yo de hecho pude acercarme y hablar con uno de los miembros de la UIP que quedaban aparcados guardando el ayuntamiento. Le pregunté si tenían miedo de que ocurriera algo y me dijo con una sonrisa que no, que se ha demostrado que nadie quería disturbios y que si estaban allí era por pura rutina.

Mengele (Oscar, el médico) se fue, y al poco rato llegó Fernando, otro médico que también era voluntario (@DrCasado). Los vecinos empezaron a llegar con café, pan, bollos, bizcochos, lonas y palés, y a las 7 de la mañana, a pesar del frío glacial que hacía en la plaza, la gente se empezaba a acercar de nuevo.

No fue hasta las 8 que los medios comenzaron a llegar. También más voluntarios, gente dispuesta a ayudar, curiosos, guiris borrachos y todo tipo de gente. Los de TVE salieron del furgón para un breve anuncio, mientras los de A3, EFE, y demás se plantaban en sus sitios para sus breves de la mañana. Telemadrid y dos afortunados más estaban en la azotea de su edificio grabando cómo la plaza se llenaba. Una chica incluso compró churros para 200 personas y los dejó en la zona de la cocina. Había tantos que la gente los cogía a pares y aún sobraban.También trajeron una pequeña tarta con un ’5′ (Por los 5 días que aquello llevaba en pie, excepto por el desalojo del martes). la mesa estaba completamente llena de todo, y dentro había un carro de la compra lleno de botellas de agua. Y seguían llegando cosas.

La mañana siguió sin mayor incidente, con gente de toda clase y condición preguntando cómo podía ayudar. Señores de muy avanzada edad que fueron enfermeros en la mili y aún sabían hacer cosas, médicos, albañiles, carpinteros y hasta conductores de autobús trayendo cajas grandes de gasas (Me sentí tentado a decirles ‘Joder me cago en todo, ¿No tienes nada más pequeño?’, pero me pareció algo fuera de lugar. Si no lo habéis pillado, intentad pagar un billete de autobús en Madrid con un billete de 10).


A las 12 de la mañana se convocó una asamblea, y desde la fuente este hasta el oso y el madroño, Sol petó de gente. Todos querían hablar, todos querían dar su opinión, proponer medidas y resolver problemas. Aún estaban probando sistemas para ceder la palabra de manera eficiente, y no tenían mucho tiempo que perder. Se habló sobre la organización durante la noche y se pidió ayuda para el futuro en tema de organización. Sobraba material, pero faltaban algunas personas. Después se habló (Resumo a grandes rasgos) sobre los cambios en la ley electoral (Listas abiertas, escaños proporcionales, exclusión de imputados) y de los derechos que la gente reclamaba (Alquiler universal, cancelación de deuda al entregar el piso, sanidad libre y gratuita, libre circulación de personas y mercancías, educación pública, laica y bilingüe, abolición del plan bolonia, cese de redadas racistas, etc). Todos proponían y discutían cosas, y hasta se había creado un sistema a base de gestos para apoyar o declararse en contra de algo, para evitar las interrupciones por los aplausos.

Se abrió también un buzón de sugerencias, en el que todo el que pasara podía dejar un papel con una medida, una opinión o cualquier otra cosa. Estos papeles se resumían en folios y se llevaban a la siguiente asamblea. Para ser todo improvisado, la organización era espectacular.

La asamblea fue participativa, abierta y con diversidad de opiniones y de propuestas. Se alargó más de lo previsto por lo que me contaron. Yo a las 2 de la tarde ya me había ido y estaba dando vueltas por la plaza. A las tres de la tarde, en enfermería (Cogí el gusto a hablar con barragán y compañía, como dirían por ahí ‘esa gente es de puta madre’) conocí a Jose Luis, un enfermo de fibromialgia que trabajaba en un centro de masajes cerca de Sol, y que compaginaba el poco trabajo que tenía con el voluntariado en el campamento, dando masajes a la gente cansada. Me contó su historia y me pareció sencillamente increíble que estuviera ahí a pesar de todo. Daba para un par de libros, la verdad. Allí seguí saludando a gente, sacando alguna foto, superando mi cansancio (Que era ya considerable) y hablando con más gente.

También aproveché para sentarme, porque por la noche había entrado algo de agua en las botas (Mis queridas botas, ¿Me estáis empezando a fallar? ¡No puede ser!) y tenía los pies al pil pil. Me los sequé, sequé como pude los calcetines, y vuelta al ataque con fuerzas renovadas y con el dolor algo mitigado. El dolor de pies claro, porque las piernas y la espalda dolían como nunca. De una vuelta rápida, mirando los cambios como el nuevo mapa que habían colocado, con los sitios un poco más fijos que los días anteriores. ya no eran estructuras endebles de cartón y pástico, eran mesas, sillas, puertas y carpas como dios manda.


También estuve viendo cómo colocaban las noticias que iban saliendo, tanto en la prensa real (Facilitada por los kioskos de Sol) como la prensa digital, impresa por vecinos y colaboradores y colocada a lo largo y ancho de la plaza.


Había muchísima gente también en el puesto de información recogiendo firmas. Y había mucha, mucha, muchísima gente firmándolas.


Seguí hablando con gente que ni conocía. Por ejemplo con un sintecho aficionado a la aviación, que me estuvo contando sus aventuras en el ejército, su trabajo, lo mal que estaba… Me contó cómo viven las personas sin hogar en Madrid, y cómo se las apañan para comer, ducharse, dormir o limpiar la ropa. Es gente con mucha experiencia y con muchas cosas vividas, y aunque muchos estaban allí para dormir en algo blando y comer, otros también apoyaban la causa y colaboraban en lo que podían. Vi la misma furgoneta del día anterior, esta vez repartiendo chocolate caliente y churros a todo el que lo pedía.

También se acercaron trabajadores de la empresa francesa que trabaja manteniendo el AVE de sevilla. Estuve hablando con un par de ellos y me contaron cosas muy interesantes. Solté un tímido ‘Viva el S100′, alguno sonrió pero creo que pocos lo pillaron.

Había otra asamblea convocada para las 6 de la tarde. Fue masiva, más aún que la de la mañana. Todos querían hablar, y no había ni tiempo ni recursos (Algunos no tenían ni voz a estas alturas). Me encontré con la redactora de elmundo.es que libraba y había venido con su hija (O eso es lo que yo entendí, la verdad es que con tanto grito era todo bastante confuso), y también con la chica de ETB, que le tocaba hacer de cámara y no encontraba hueco. Le ayudé a subir a la cúpula del metro, saqué una panorámica, y volví por ahí para hablar con la gente.


A las ocho menos cuarto se vieron algunos furgones de la policía circulando por las calles del centro de Madrid, pero no había tapón: Ya no podían hacer nada por impedir que la gente llegara a la plaza con carteles, silbatos, globos, balones de playa, pancartas… Incluso un pato gigante hinchado frente al ayuntamiento. También se vieron todo tipo de manifestaciones paralelas. Por ejemplo, una apoyando a las víctimas del franquismo y por la apertura de escuelas públicas para niños de 0 a 3 años. Poco antes de las ocho, y como venía siendo habitual los días anteriores, una fila de furgones ocupaba el espacio frente al ayuntamiento. Los policías ya ni miraban a la multitud, hablaban entre ellos tranquilamente.

Había mucha gente, y la plaza se había ido llenando poco a poco. Apenas había rastro de la policía (Excepto los cuatro agentes de paisano descaradísimos), y por lo que me contaban los pocos que estaban, no tenían ni órdenes in intención de iniciar registros como el día anterior. Aquello ya no se podía controlar. A las 8 de la tarde la plaza estaba llena a reventar. Incluso parte de las calles circundantes estaban atestadas de gente, y no había sitio ni siquiera en los pasillos (marea humana mejor dicho) que se suelen formar frente a las tiendas o en las paredes de los edificios. Todo, toda la plaza estaba cubierta de gente. Y si hubieran apagado y vaciado las fuentes también habría gente en y sobre ellas. Muchos estaban bajo las lonas, intentando no golpear los soportes (Por la noche eran contenedores llenos de agua y cartón con palos o persianas enrolladas, por la mañana ya eran vigas con bases hechas de cajas con piedras y escombros) y tirarlo todo abajo. Hasta el cordón policial todo era gente, y tras la gran publicidad (Por cierto, la publicidad mejor colocada de la historia) la gente se sentaba, abría huecos y ventanas y se sentaba a mirar. Veías a fotógrafos profesionales escalando por el andamio hasta el primer piso (De esto que si te caes y se te rompe lo que llevas te duele más el bolsillo que el cuerpo), y moviéndose por allí.

Las consignas esta vez empezaron tarde, a las ocho y cuarto. Había un aire de confusión sobre la plaza, como si nadie se pudiera creer que aquello estaba pasando. Todos los asistentes estaban radiantes, y creo que muy pocos se esperaban aquello. Parecía otro día de protesta, pero a las nueve, y desde la parte superior del andamio, se desplegó una gran pancarta con lo que parece ser (Estoy especulando porque no está claro) un soldado alemán con un ‘no nos representan’ y unos globos con una pancarta al aire, y unos 20 minutos después, un cartel con la palabra ‘Democracia’, ingeniosamente situado sobre el ‘real’ de ‘l’oreal’.


Me quedé por allí hasta las diez de la noche, pero estuve a punto de caer por mi propio peso al suelo al perder la fuerza en la piernas un par de veces, y no quería arriesgarme a quedarme KO entre la multitud. Así que fui a callao andando como pude, y cogí el metro hasta mi casa.

En general, se podría decir que han sido dos días decisivos. la gente ya ha perdido completamente el miedo a hablar, a expresar sus ideas y a proponer cualquier cosa. Todos hablan con todos, muchísimos vecinos, empresas, gente de a pie hace lo que puede por que aquello siga adelante. No sé si cambiará la política, las elecciones, las leyes, el país o el mundo. Pero ha cambiado la mentalidad de los que pasaban por allí. Les ha enseñado que unidos es mejor que separados, que con la ayuda de todos y sin malos rollos por tonterías, un sitio mejor es posible.

Veremos hoy viernes y, sobre todo, el fin de semana. Si este asentamiento pasa del domingo, habrán demostrado que todo esto lo han movido personas, y no políticos. Pero hasta entonces puede pasar cualquier cosa.

Nota al pie: El jueves al llegar a casa me puse a escribir, pero a eso de las dos me quedé dormido sobre el teclado y no pude acabar. Hoy me he despertado pronto para dar un par de declaraciones a Mayaneno (Aunque aún no saben si habrá programa esta tarde) y acabar de escribir. Me ha costado varias horas acabarlo, y me da rabia porque ya debería estar allí. No sé cómo voy a llegar hoy ni cuánto aguantaré porque aún después de haber dormido la friolera de 7 horas (Para los que seáis ajenos a este blog, 7 horas para mí son como un coma de dos días para alguien normal) tengo los pies hechos polvo y un dolor terrible de espalda, piernas y hombros, me duelen sólo al estar de pie, y las piernas me están pidiendo a gritos un día de tregua. En caso de que esté en condiciones de volver hoy será de noche o directamente mañana, así que no tendréis crónica de lo ocurrido hoy.

Uno ha de hacer lo que ha de hacer, y seguramente me sienta culpable el resto de mi vida de perderme aunque sea un solo minuto del pedacito de historia de España que se está escribiendo a pocos kilómetros de mi casa. A los que seáis de Madrid o de fuera, venid. Ya no sólo por la protesta, sino también por la gente. Hablad con cualquiera presente en esa plaza, y sabréis al instante de lo que hablo.


Saludos a todos, ánimo a los que estéis allí, y fuerza a los que llevéis tiempo sin dormir. Recordad, esto va para largo, así que no os matéis en dos días como yo: descansad de vez en cuando, bebed agua, mantened los pies secos y abrigaos, que la noche madrileña es muy dura.

Crónica 17 de mayo: #Acampadasol y #Nonosvamos



El día empezó temprano. Más temprano de lo que a mí me habría gustado, maldito el insomnio y los nervios. Empezó, ni más ni menos, que a las 3 de la madrugada de ayer. No tenía mucho que hacer y no me urgía prisa por ir al campamento de sol, ya que según se leía en twitter hasta las 8 de la mañana no celebraban la primera asamblea del día. Me pasé estas primeras horas comprobando todo el equipo, metiendo todos los repuestos que podía meter (baterías, tarjetas, flash, pendrive, disparador… Cualquier cosa que pudiera llegar a fallar) y asegurándome de que todo seguía en pie. A las 5 ya estaba completamente preparado para salir. Pero el metro iba a tardar en abrir, así que estuve entretenido un rato más, dejando algún último mensaje antes de irme (Para estas cosas sí que echo de menos un móvil con internet) y mandando algún que otro correo.


Pensando en todo aquello llegué a Sol a eso de las 6 y media de la mañana. Me quedé patidifuso al comprobar que, en apenas tres cuartos de hora que había tardado de mi casa a la plaza, la policía había rodeado, separado y desalojado a gran parte de los ocupantes. Al salir me encontré todas sus pertenencias en un gran montón, del que la gente iba cogiendo cosas y marchándose por donde el cordón policial les dejaba (el extremo sur de la calle preciados). Al finalizar con los últimos ocupantes de la plaza, todos se sentaron de nuevo, formando un tapón en la calle. La UIP no tardó en formar una densa pared de agentes uniformados que, poco a poco pero sin intención de pararse, iban empujando a todos los manifestantes hacia la plaza de callao.


Por el camino alguien se caía, e inmediatamente todos los agentes cercanos se le echaban encima, para devolverle al montón. Por el camino se iban quedando zapatillas de casa, chancletas, cartones, bicicletas, esteras y material de acampada variado, que no tardó en ser recogido por los servicios de limpieza.


Gracias al comportamiento ejemplar de los protestantes el grupo fue llevado sin ningún incidente mayor a callao, donde otro cordón policial, que esta vez incluía a la policía local, les esperaba para arrinconarles entre el ascensor del metro y el kiosko, donde se mantendrían hasta aproximadamente las 8 de la mañana, momento en el cual empezaron a dejarles salir de cinco en cinco tras comprobar su documentación. Se dispersaron hacia Plaza de España, antón martín, casablanca… Cada uno por su camino, pero todos con intención de volver a Sol en cuanto el cordón policial se hubiera levantado.


En la plaza no quedó nadie, y me quedé hablando con un par de personas que estaban por allí. Primero con una señora y un trabajador que pasaban por allí y se habían quedado mirando, y la otra, un simpático fotógrafo con barba (Sólo vi a uno con barba larga y con una 50D. Pero para variar no me acuerdo de su nombre) con el que me fui encontrando a lo largo del día. Volvimos juntos a Sol, bajo la recelosa mirada de algún que otro policía y las miradas perdidas de reporteros de antena 3, TVE y punto radio que llegaban tarde a la movida y que no sabían si era que estaban lejos de la noticia o si la notica ya se había ido hacía tiempo.


Una vez allí Estuve un largo (Larguísimo) rato hablando con una periodista chilena que estaba grabando vídeo para un documental de lo que estaba pasando en España para un medio local. Entre otras cosas me dio a conocer un proyecto en la patagonia contra el que ella luchaba, hydroaisén (Lo desconocía, y me pareció muy interesante). Hablamos también de cómo era la política española y cómo la veía gente de fuera. De qué soluciones podría haber, y de cómo podría acabar todo aquello, mientras veíamos como los servicios de limpieza borraban todo rastro de las protestas y dejaban la plaza como si nada ni nadie hubiera expresado el mínimo descontento ahí. Incluso curiosos que pasaban por allí preguntaron por qué había tanta policía, ignorando que de domingo a lunes había habido gente acampada allí. Por desgracia no puedo reproducir conversaciones de memoria, mi bloc se quedó corto y no tengo grabadora (Tomo nota para mañana), así que no puedo ampliar más.


Nos dirigimos los tres a una de las fuentes, donde algunos medios hacían conexiones en directo, entrevistas y donde algunos de los anteriormente acampados intentaban entrar. La policía estaba en todas y cada una de las entradas a la plaza, y negaba el acceso a cualquier persona que llevara sacos de dormir, mochilas o cualquier tipo de ropa que consideraran sospechosa. También había varios policías de paisano pidiendo documentación entre la multitud. ¿Que cómo los distinguíamos? Fácil. El tipo grande con cuerpo de chulo de gimnasio, con polo naranja fosforito, pantalones de servicio, deportivas nuevas y un walki-talkie enorme en el bolsillo con el cable saliéndole hasta el polo era uno, y el delgado alto que llevaba las botas con el cartel de ‘policía’ detrás era otro. Eran como Mortadelo y Filemón, pero dando un poco más el cante.

Nos entretuvimos un buen rato, casi hasta las 11 y media. Allí y en ese tiempo tuve ocasión de hablar con muchas personas. Entre ellas, y por citarlo todo un poco por encima, un búlgaro que vivía en españa hace bastanes años y que decía no ver diferencia entre el régimen dictatorial comunista búlgaro de antaño y la españa de hoy. También vimos aparecer a un señor con graves problemas de habla al que dispararon una pelota el domingo, y que venía a la protesta con el informe del samur en la mano. Le ayudamos como pudimos a que presentara su caso ante varios medios, y seguimos a lo nuestro. Y también un jubilado que repartía poesías sobre la crisis. Lástima que haya perdido el papel por el camino, eran bastante buenas.

Según iban llegando los medios iban apareciendo también los representantes de la asamblea de aquella mañana en casablanca. Tuvieron problemas para acceder a la plaza a entrevistarse con la prensa, ya que no les dejaban pasar, amenazándoles con ponerles multas (Bastante elevadas) por intentar ocupar la plaza por segunda vez. Acabaron entrando sin problemas tras algunas disputas, y los medios se hartaron de hacerles preguntas. No os contaré mucho más, seguro que ya lo habéis visto.

En este punto también conocí a una redactora de elmundo.es (Sección social, si no me equivoco), que me contó muchísimas cosas sobre su trabajo: Cómo funcionaba la redacción, las diferencias entre un medio convencional y uno electrónico, las dificultades de su trabajo, su horario y temas favoritos… Fue increíble lo que llegué a aprender de ella (No pongo foto porque no le pedí permiso expreso aunque tenga alguna. Si lee esto, gracias por todo).

También conocí a un cámara de la agencia EFE que me estuvo contando cómo llegó a trabajar como fotógrafo, los últimos trabajos que había hecho, y lo jodido que estaba el mercado ahora mismo para prácticamente todo. Como él no tenía ninguna foto de esta mañana me pidió que le mandara un par. Qué ilusión me hizo, no os lo podéis imaginar (Aunque luego las usen como papel higiénico).

‘El barbas’ (Como le llamaré hasta que me acuerde de su nombre) se fue a su casa a descargar vídeos y fotos, y yo me fui a los juzgados de plaza de castilla con la redactora de elmundo.es (Según sus propias palabras, ‘El Mundo’ y ‘Elmundo.es’ suenan parecido, pero son medios completamente diferentes y con muy poca relación entre sí) y otro espectador que nos acompañaba, donde fuimos viendo cómo llegaba la prensa y cómo iban llegando los primeros manifestantes, que se limitaron a quedarse de pie y esperar a que algo ocurriera, mientras la prensa iba entrevistando a todo el que se dejaba.


No tardaron en llegar con pancartas y mensajes de apoyo los amigos de los detenidos (Amigos de los que liaron la bronca del domingo que querían liar bronca el martes, para que nos entendamos). La imagen que dieron (Objetivamente hablando) dejó bastante que desear, descolgándose dela transparencia política del movimiento con consignas de dudosa reputación, insultos a los policías, y un comportamiento poco cívico en general. Pregunté a un policía local qué opinaba de lo que le estaban llamando, pero se abstuvo de contestar.


El tiempo pasaba lentamente, y yo seguía sin haber comido ni bebido nada. Mis labios estaban hinchados y resecos, mi garganta pastosa como si hubiera comido harina y mis ojos picaban como si me hubiera rebozado en tabasco. El poco sueño empezaba a hacer mella en mí, pero aún así seguí dando vueltas por el lugar y hablando con la gente. Por un casual entablé conversación con una técnica de iluminación de ETB. Me extrañaba verles aquí, ya que rara vez muestra noticias de Madrid en esa cadena, pero desde luego fue muy interesante y divertido. Resultaba que eran un grupo fijo que estaba en Madrid y que iba rotando para cubrir diferentes noticias. La presentadora (Que me resultaba familiar) era de ahí arriba y hablaba euskera, pero ella era de Madrid. Qué cosas escucha uno.

También hablé con un cámara de EFE, una presentadora de TVE, un tipo de antena3 que no parecía hacer mucho y algún que otro policía y curioso. Había gente de todo tipo y condición, y cualquiera era bueno para entablar una conversación interesante.

Tras esto, y mientras un grupo bastante considerable de gente gritaba consignas frente a la puerta del juzgado, aparecieron los de ‘El Hormiguero’ (Conocía a los monigotes morados, pero la verdad es que nunca he visto el programa), con la intención de hacer alguna entrevista a la gente. Al poco tiempo, y al grito de ‘esto no es un circo’, varias personas cargaron contra ellos, obligándoles a retroceder al otro lado de la calle. El portavoz de #Democraciarealya, dos curiosos y yo nos acercamos a comprobar su estado. Por suerte estaban intactos, pero aún con el mal sabor de boca que deja algo así (Tengo fotos pero se ven caras de agresores y aunque las mandaré a quien corresponda no quiero hacerlas públicas). Ellos nos explicaron que necesitaban material para el programa, y para evitar la mala imagen que esa gente había dado nos comprometimos a ofrecerles entrevistas y ayuda. Yo mismo (A pesar de odiar como odio aparecer en televisión) me ofrecí a dar un testimonio bastante largo de lo que ocurrió el domingo y todo el día del martes. Nos dijeron que gracias, que intentarían no mostrar aquello, pero veo que no han cumplido (Sin ir más lejos, redujeron testimonios de 5-10 minutos a apenas dos frases). Esto me pasa por fiarme de la sexta…Este fue el resultado final


Al volver estuve hablando bastante rato con una chica (Cuyo nombre o medio no recuerdo) sobre la influencia de las redes sociales en la juventud y en la capacidad de convocatoria. Sobre cómo la inmediatez de twitter es un arma de doble filo, y sobre cómo los medios tradicionales ‘imponían’ una política de redacción relajada y reflexión frente a la inmediatez y la aparente falta de madurez del mensaje en los medios de más rápida difusión.

La espera se hizo muy larga, a pesar de algunos rifirafes entre gente que poco tenía que ver con el movimiento. Los rumores decían que a las 12 iban a comenzar a liberar a los detenidos. Sin embargo, y seguramente por la afluencia masiva de personas, decidieron esperar y alargarlo todo lo posible. No estoy seguro de que fuera una buena elección, ya que a las 4, cuando comenzaron a salir, ya no quedaban manifestantes: Seamos sinceros, quedaba la chusma. Los de la bronca.

Nada más salir el primer detenido, lo primero que hicieron fue empujar a todo aquel que llevara una cámara, al grito de ‘prensa carroñera’. Incluyendo a mí, por ejemplo (Que les había ofrecido mi ayuda y que hago esto por amor al arte como quien dice), o al cámara de EFE que estaba justo a mi lado y que se llevó unas cuantas tortas. A @TetuanMadrid, a la que había conocido apenas unos minutos antes, le untaron el objetivo de la cámara con vaselina. Así, como suena. Chof. Y un objetivo a tomar por saco. Dentro de lo que cabe era el ‘pisapapeles’ de nikon y no fue nada serio, aunque esas cosas duelen en el alma, pero la conducta de estos impresentables (Insisto, totalmente ajenos al movimiento) quedó entonces más clara que el agua.

Aproveché para hablar con otro de los cámaras que estaban allí, un cubano que trabajaba para un medio de EEUU, que se encontraba en españa trabajando en un libro y que me sorprendió gratamente. No sólo porque sabía más de este país que muchos de los manifestantes con los que hablé, sino también por todo el conocimiento general que parecía tener acumulado. Discutimos largo y ancho sobre el origen y el futuro de la crisis en españa, y me hizo ver algo que nunca había pensado: Que la crisis, o el problema español viene de algo relativamente simple: Que no sabemos vendernos al exterior. Que ni aún con el tirón del mundial supimos publicitarnos, y que la imagen que el exterior tiene de nosotros nunca llegará a ser buena así. También acabamos coincidiendo en que en España la tecnología se tiene como cosa de jóvenes, no como en países como el reino unido, en el que todo negocio, franquicia o empresa hace uso de la red para su provecho. Me quedé pensativo, y le di la razón. Se le veía un hombre de mundo, y con muchas cosas aprendidas por el camino. Suerte dondequiera que estés, aunque ni siquiera me acuerde de tu nombre.

Nos quedamos Bea, yo, unos reporteros de antena3 y una redactora de política de El País, a una distancia prucencial del grupo que aún seguía en la entrada, mientras hablábamos de herramientas de comunicación, twitter y toda la parafernalia. Se acabaron yendo, y nosotros hicimos lo propio. Eso sí, los de A3 en taxi y yo en metro.

Aquí comenzó uno de esos viajes surrealistas que uno sólo puede hacer por una ciudad como Madrid cuando va sin descanso, comida ni agua vagando por las calles simplemente esperando a que algo pase. Eran las 6 de la tarde, y yo estaba en sol tirado, apoyado en una de las fuentes con los ojos entrecerrados, tratando de no dormirme a base de resolver un cubo de rubik sin lubricar (NO os lo recomiendo a nadie, es como follar con un condón de esparto), mirando la gente que pasaba, las identificaciones aleatorias de la policía, los grupos de agentes de paisano que iban y venían y los guiris que se preguntaban qué pasaba ahí. Era mi deber levantarme y explicárselo, lo sé. Pero no pude. Sencillamente me quedé allí casi una hora sin hacer nada. A esas alturas sólo pensaba en los cuatro gatos que iban a ir a la asamblea de las ocho, sacar foto e irme corriendo a casa. A dormir.


Pero de nuevo Madrid sorprendió, y a las 7 de la tarde un grupo muy numeroso de personas se habían congregado frente al kilómetro cero. Incluso la reportera de ETB que conocí quiso invitarme a algo, porque llevaba todo el día sin comer. Si me estás leyendo: Muchísimas gracias. Fuiste muy amable y no quise parecer maleducado, pero por principio no me parece bien que la gente me invite a algo sin recibir nada mío a cambio. Yo soy así, lo siento.

Hablando del grupo, esta vez me gustó mucho lo que vi: Gente de todo tipo y condición, de izquierdas y de derechas, anarquistas y peperos, gente que vivió con franco y gente que ni le conocía… Todos unidos, en apenas cien metros cuadrados, charlando amigablemente sobre aquello. Sobre lo que estaban haciando, sobre lo que iban a hacer y sobre cómo iba a afectar al rumbo del país.


Una hora después, a las 8, la plaza estaba completa y absolutamente hasta la bandera (No hay expresión lo suficientemente redundante como para que os hagáis una idea de lo lleno que estaba aquello). Todo. Todas las calles, callejuelas, incluso terrazas y balconas estaban llenos de gente.


Tras una hora de aplausos, consignas, pitidos, risas, cánticos y carteles, se inició una breve asamblea. Unas pocas preguntas.

-¿Se acampa hoy aquí?

-SÍ, contestó la ciudad al unísono.


Los aplausos y los vítores, amén de mi mala posición en la plaza me impidieron escuchar el resto. No importa, hay mil vídeos. había miles de personas siendo testigos de aquello, cada uno con lo que podía.



Conseguí subirme al pedestal del caballo con la cámara, estuve un buen rato y a eso de las 2300 me fui a casa. Las baterías estaban agotadas, las tarjetas estaban llenas (12Gb en total), mi estómago estaba rugiendo y mis ojos me pedían (Y me piden, porque son las 3 de la mañana y sigo escribiendo en lugar de dormir) un descanso. He dormido apenas dos horas desde el domingo y no he comido prácticamente nada. Así que, a no ser que de nuevo me desvele, mañana no apareceré por Sol hasta pasado el mediodía. Que uno tiene voluntad de ayudar y de seguir, pero no es de hierro. Lástima que dormir en sol no sea una opción viable.


Crónica: Manifestación democraciarealya.es 15 de mayo



El comienzo

Ha sido una de las manifestaciones más importantes de los últimos años, y llevaba gestándose desde hacía meses. Y sin embargo, al salir de casa no me esperaba que hubiera más de 40 ó 50 personas. Llegué a la plaza Cibeles a eso de las cinco y media, y a primera vista no había absolutamente nada que hiciera prever aquella afluencia. Varios grupos de personas estaban dispersos por aquí y por allá, pero tenía la impresión de que en hora y poco podría volver a casa sin que nada hubiera pasado.


Estuve rondando por ahí un buen rato mientras la gente iba ocupando la calle alcalá. Iban apareciando más personas, pancartas, silbatos y consignas, sin un orden aparente y sin organización evidente, hasta que a eso de las seis y pocos minutos se decidió desplegar la pancarta de cabecera y reorientar a la masa de gente que estaba protestando hacia el otro lado (Hacia los coches que pasaban por la cibeles, supongo).


A los pocos minutos llegó un camión grúa, con periodistas, altavoces y varios organizadores, y se pusieron a la cabeza de la manifestación con él. Para mi sorpresa la gente seguía llegando, y con la manifestación aún sin empezar, los dos carriles de la calle alcalá estaban ocupados a lo largo de varias decenas de metros. Periodistas se subían y se bajaban del camión (A mí no me dejaron en ese momento, una lástima porque las fotos con la cibeles al fondo eran bastante buenas), y se ultimaban los preparativos para la marcha hacia sol.


La marcha

El camión empezó a avanzar lentamente, y la cabecera de la manifestación con él. Pero la cola no avanzaba, y seguía ocupando toda la acera frente al Banco de España. Creo que yo no era el único impresionado por este hecho.

Todo avanzaba lentamente, con muchas pausas cada pocos metros. Al ser San Isidro no podían cederles un recorrido más largo, y había que aprovecharlo. Pitadas, aplausos, consignas pegadizas… Pero el ambiente era completamente festivo. No había malos rollos, ni peleas, ni disturbios ni absolutamente nada que pudiera requerir que la policía (Que miraba recelosa a la multitud) interviniera.


La enorme masa de gente siguió avanzando durante más de una hora. Ya no sólo había gente tras el camión, sino que se habían ido acumulando delante, a los lados y entre la pancarta y este. En este punto logré convencer a uno de los del camión para que me dejara subir. Me quedé bastante impresionado, no se veía la cola, y eso que prácticamente ya estábamos en Sol.


Al llegar allí el camión se separó, la gente fue entrando en Sol y allí se leyó el manifiesto (Con bajo de fondo, por muy poco sentido que eso pueda tener) y se desplegó una gran pancarta (Lástima, la foto hubiera quedado mejor con el emblemático cartel de tío pepe)




Allí la gente se fue dispersando. Eran la las ocho y media aproximadamente y todos se iban a casa. Decidí dar una última vuelta bajando por la calle Alcalá para fotografiar algunas pintadas y pancartas que se habían quedado por el camino. 50 metros tras la cola de la manifestación, los servicios de limpieza daban buena cuenta de todos los panfletos y de la porquería que se había ido quedando por el camino, dejando la calle impecable de nuevo.


Volví a sol, y vi algo que me llamó un poco la atención: La gente se había reagrupado en la calle preciados y seguía marchando (En esta ocasión hacia callao) y gritando consignas.


La improvisación… Y la bronca

Y es que, a pesar de que la manifestación ya había acabado hace tiempo, se ve que había gente que seguía con ganas de más. No eran muchos. Un grupillo de alborotadores y unos cuantos que pasaban por allí y que pensaban que la manifestación aún seguía. Muchos se daban la vuelta y se iban, por lo que el grupo que llegó a callao era bastante reducido. Y entonces fue cuando empezó la gresca.

Escuché un par de disparos y vi un montón de humo amarillo sobre la plaza, y me puse a correr como loco. Creo que no corría tanto desde hace años. Tardé apenas dos minutos en llegar a Callao, viendo cómo la gente se refugiaba en las tiendas, a tiempo para ver cómo la gente volvía después de salir corriendo. 3 parejas de antidisturbios guardaban la plaza. La situación se había vuelto algo tensa, pero los manifestantes seguían avanzando poco a poco con las manos en alto.



Una pila salió volando de entre la multitud, y de inmediato los policías cargaron de nuevo, haciendo retroceder al grupo de personas que intentaban acceder a la plaza. Faltó poco para que los manifestantes asaltaran a los policías. Pero la masa de gente siguió avanzando, y acabó entrando en la plaza, acercándose a dos binomios de policías que estaban allí. En una ocasión incluso llegaron a estar completamente rodeados por manifestantes y prensa, lo que les obligó de nuevo a hacer un par de disparos al aire y abrirse paso a empujones (A empujones por donde estaba la prensa, tirando a varios cámaras al suelo. Bueno, y también a mi).


No vi lo que pasaba al otro extremo de la calle, pero por las sirenas de bomberos y los restos que me encontré después, parece ser que alguien decidió prender fuego a un contenedor y romper varios escaparates. No eran daños graves para las tiendas, pero sí para la imagen de la manifestación. No he visto la televisión, pero me juego el cuello a que los disturbios son lo único que van a enseñar esta semana.

No tardaron en llegar varios furgones más a la plaza. En total unos 6, que se repartieron por ella y las calles adyacentes, echando a todos los manifestantes que estaban en la calle del carmen y asegurando la zona. Los manifestantes seguían de pie a pocos metros de la policía, pero por suerte a alguien se le ocurrió que estarían mejor sentados. Y eso hicieron.



La policía formó una pared frente a ellos. No pasó nada, y a la media hora se retiraron al cruce entre la calle del carmen y preciados, donde había un buen contingente aparcado, entre los aplausos y los vítores de los manifestantes. A los pocos minutos comenzaron a moverse de nuevo. Y mientras los furgones accedían a la gran vía para irse, hubo otra sentada, esta vez en la gran vía. Y quiero decir EN la gran vía, sobre la carretera.

Sin pensárselo dos veces, tres pelotones de antidistrubios salieron de los furgones y cargaron contra la multitud. Todos salieron corriendo (Excepto una chica a la que le había dado un ataque de pánico y estaba llorando en medio de la carretera), y la policía comenzó a perseguirles. Tras asegurarme de que ella estaba bien y de que había gente cuidándola, empecé a seguir a una pareja de policías que iba tras el gran grupo de gente, pero me dieron un empujón contra la pared y con la amable pero convincente frase ‘Tira para abajo escoria, o te meto en el furgón’ me indicaaron que no era posible que les siguiera porque podría interferir en su trabajo.

De tal forma que volví a callao, donde los periodistas con cámaras de 1500 euros hacia arriba respiraban aliviados y algunos de los detenidos desfilaban entre aplausos. La chica ya se había recuperado del todo, así que no tenía motivos para quedarme. Según escuchaba a la gente, el último reducto de manifestantes se había ido dispersando por la gran vía y callejuelas secundarias.


Estuve un buen rato en la comisaría cercana a sol viendo el cordón policial (Esta vez ya no de antidisturbios, sino de policías locales) que protegía la zona de la comisaría, hasta que acabaron de llevar a los últimos detenidos y levantaron el cordón. Tras una última vuelta por sol volví a casa, convencido de que no iba a pasar nada más. En parte tenía razón, aunque no he llegado a preveer la acampada en sol. Mañana por la mañana me pasaré por allí cuando tenga un momento.

Impresiones

A lo largo de la tarde tuve la ocasión de hablar con varias personas. Durante la manifestación incluso llegué a hablar con Paco, uno de los organizadores del evento (El tipo ‘grande’ que estaba encima del camión, para que nos entendamos). Un tío muy majo, con dos dedos de frente (Bastante más de lo que me esperaba) y con ideas bien claras, algo que me sorprendió teniendo en cuenta que se había pasado hora y media poniendo a caldo a todos los políticos que me podían venir a la cabeza. Me contó cómo tenía intención de volver a organizar algo similar, que estaba muy contento de cómo estaba saliendo todo y que agradecía muchísimo la ayuda que muchos colaboradores le habían dado (No no tengo grabadora, así que estas cosas las cuento por encima).

También hablé con muchos manifestantes. Todos me expresaron su preocupación por el futuro del país y la necesidad de hacer algo, pero ninguno tenía claro a qué partido voltar, más allá del #Nolesvotes.

De camino a la bronca de callao estuve hablando un rato con una señora que se había refugiado en una óptica. No sabía lo que pasaba, ni siquiera estaba al tanto de la convocatoria de manifestación para ese día, y tenía miedo de que la policía ‘le pegara un tiro’. Habiendo crecido con los grises, me imagino que esas situaciones deberían de ser bastante complicadas para ella.

Una vez en la plaza, y acabada la sentada, llegué a hablar con un par de antidisturbios. Uno de ellos para preguntarle dónde me tenía que poner si no quería recibir (Me recomendó que me pegara a gente mayor, observadores y curiosos o que si se formaba una pared me pusiera detrás de ellos porque seguramente acabarían cargando) y otro para preguntarle sus impresiones sobre lo que estaba ocurriendo. Me dijo que le parecía muy triste que esta gente se aprovechara de manifestaciones pacíficas para liar bronca y que aunque había llegado a tener miedo de que la masa de gente les arrollara en un par de ocasiones, esperaba no tener que recurrir a la violencia. No digáis que todos los antidisturbios son unos cabrones, yo hablé con uno que aplicaba sentido común a la situación.

También hablé con varios de los manifestantes que estaban sentados. Básicamente creían que la manifestación pacífica no era suficiente y que había que dar más el cante, y que por eso estaban allí. No hicieron ningún comentario sobre los destrozos.

También, y como curiosidad, hablé con una señora mayor que decía que estaban arruinando el espíritu y la imagen de la convocatoria, y que acto seguido se fue corriendo al mogollón de manifestantes sentados a echarles la bronca.
El rincón de Achifaifa

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