Este un pequeño espacio que busca ser una herramienta alternativa para la autonomía (auto-educación y auto-aprendizaje) tanto en el espíritu individual, como colectivo; y a si fomentar el pensamiento crítico, creativo, rebelde y libertario. También impulsa una ética horizontal, es decir, entre iguales; la racionalización de individuos (Pensamiento por sí mismo, pensamiento en el lugar del otro y ser consecuente) igualmente esto va contra toda discriminación y promueve la creación de cultura.

sábado, 4 de junio de 2011

La Síntesis Anarquista


Las tres corrientes anarquistas
En Francia, como en la mayor parte de los países, se distinguen tres grandes corrientes anarquistas, que se pueden designar del modo siguiente:
- el anarcosindicalismo
- el comunismo libertario
- el individualismo anarquista
Era natural y fatal que, llegados a un cierto desarrollo, una idea tan amplia como el anarquismo condujera a esa triple manifestación de vida.

 Un movimiento filosófico y social, es decir, de idea y de acción, que se propone hacer tabla rasa de todas las instituciones autoritarias, debía necesariamente dar lugar a esas distinciones que determinan obligatoriamente la variedad de situaciones, de medios y de temperamentos, la diversidad de fuentes de las que beben las innumerables formaciones individuales y la prodigiosa multiplicidad de acontecimientos.

Anarcosindicalismo, comunismo libertario e individualismo anarquista, estas tres corrientes existen y nada ni nadie pueden impedirlo. Cada una de ellas representa una fuerza que no es posible ni deseable derribar. Para convencerse, basta con situarse en el corazón mismo del gigantesco esfuerzo por terminar de arruinar el principio de autoridad. Así, se tiene conciencia del papel indispensable que, en el combate que hay que librar, desempeña cada una de esas tres corrientes.

Las tres corrientes son distintas, pero no opuestas

Ahora tengo tres cuestiones que plantear:

La primera va de los anarcosindicalistas a los comunistas libertarios y a los individualistas anarquistas.
La segunda va de los comunistas libertarios a los anarcosindicalistas y los individualistas anarquistas.
La tercera va de los individualistas anarquistas a los anarcosindicalistas y los comunistas libertarios.

He aquí la primera:

"Considerado como movimiento social y acción popular, el anarquismo, cuando se enfrente a la hora en que, inevitablemente, librará con el mundo capitalista y autoritario el asalto decisivo que expresamos con estas palabras, Revolución Social, ¿puede prescindir de la participación de las masas que agrupan en su seno, en el terreno del trabajo, a las organizaciones sindicales?

Creo que sería una locura esperar la victoria sin la participación en la conmoción liberadora -participación activa, eficaz, brutal y persistente- de esas masas trabajadoras, más interesadas en bloque que nadie en la transformación social.

No digo ni pienso que, en previsión de la necesaria colaboración, en período de fermentación y de acción revolucionarias, de las fuerzas sindicalistas y las fuerzas anarquistas, las unas y las otras deberán unirse a partir de ahora, asociarse, confundirse, formar un todo homogéneo y compacto. Pero pienso y digo, como mi viejo amigo Malatesta:

Los anarquistas deben reconocer la utilidad e importancia del movimiento sindical, deben favorecer su desarrollo y constituir una de las palancas de su acción, esforzándose por conseguir la cooperación del sindicalismo y de las otras fuerzas del progreso con una revolución social que comporta la supresión de las clases, la libertad total, la igualdad, la paz y la solidaridad entre todos los seres humanos. Pero sería una ilusión funesta creer, como muchos creen, que el movimiento obrero llevará de por sí, en virtud de su propia naturaleza, a una revolución. Al contrario: en todos los movimientos fundados sobre intereses materiales e inmediatos (y no se puede establecer sobre otros fundamentos un amplio movimiento obrero) es necesario el fermento, el empujón, la obra concertada de hombres e ideas que combatan y se sacrifiquen por un ideal venidero. Sin esa palanca, todo movimiento tiende a condiciones mejores. A menudo, las nuevas clases privilegiadas se adaptan fatalmente a las circunstancias, engendran el espíritu conservador, el temor a los cambios entre quienes han conseguido mejores condiciones; a menudo se crean nuevas clases privilegiadas que se esfuerzan por apoyar y hacer consolidar el estado de cosas que habría que derribar.

De ahí la necesidad urgente de organizaciones propiamente anarquistas que, tanto desde dentro como desde fuera de los sindicatos, luchen por la realización total del anarquismo y traten de esterilizar todos los gérmenes de corrupción y de reacción.

Ya lo vemos: no se trata ya de ligar orgánicamente el movimiento anarquista al movimiento sindicalista; no es cuestión de actuar, tanto desde dentro como desde fuera de los sindicatos, en pro de la realización total del ideal anarquista.

Y yo pregunto a los comunistas libertarios y a los individualistas anarquistas ¿qué razones de principio o de hecho, razones esenciales, pueden oponer a un anarcosindicalismo así concebido y practicado?

Esta es la segunda cuestión:

"Enemigo irreductible de la explotación del hombre por el hombre, engendrada por el régimen capitalista, y de la dominación del hombre sobre el hombre, propiciados por el Estado, ¿puede el anarquismo concebir la supresión efectiva y total de la primera sin la supresión del régimen capitalista y la puesta en común (el comunismo libertario) de los medios de producción, de transporte y de intercambio? ¿Y puede concebir la abolición total de la segunda sin la abolición definitiva del Estado y de todas las instituciones que de él se desprenden?"

Y pregunto a los anarcosindicalistas y a los individualistas anarquistas cuáles son las razones de principio o de hecho, razones fundamentales, que pueden oponer a un comunismo libertario así concebido y practicado.

Esta es la tercera cuestión:

"El anarquismo, al ser, por una parte, la expresión más alta y más pura de la reacción del individuo contra la opresión política, económica y moral que hacen pesar sobre él todas las instituciones autoritarias y, por otra parte, la afirmación más firme y precisa del derecho de todo individuo a su desarrollo integral por la satisfacción de sus necesidades en todos los terrenos, ¿puede concebir la realización efectiva y total de esta reacción y de esta afirmación por un medio mejor que el de una cultura individual creada en lo posible en el seno de una transformación social, quebrando todos los engranajes de represión?"

Y yo pregunto a los anarcosindicalistas y a los comunistas libertarios cuáles son las razones de principio o de hecho, razones fundamentales, que pueden oponer a un individualismo anarquista así concebido y practicado. Esas tres corrientes están llamadas a combinarse.

La síntesis anarquista

De todo lo que precede y, especialmente, de las tres cuestiones anteriores, resulta que:

1. Esas tres corrientes -anarcosindicalismo, comunismo libertario e individualismo anarquista- corrientes distintas, pero no contradictorias, no tienen nada que las haga irreconciliables, nada que las haga oponerse sustancialmente, nada que proclame su incompatibilidad, nada que les impida vivir en buena inteligencia, concertarse para una propaganda y una acción comunes.

2. La existencia de esas tres corrientes no solamente no sabría, de ninguna manera ni en ningún grado, perjudicar al anarquismo, movimiento filosófico y social planteado, como conviene, en todo su esplendor, sino que además puede y, lógicamente debe, contribuir a la fuerza de conjunto del anarquismo.

3. Cada una de esas corrientes tiene su lugar señalado, su papel, su misión en el seno del movimiento social ancho y profundo que, bajo el nombre de "anarquismo", tiene por objeto la instauración de un medio social que asegure a todos y a cada uno el máximo de bienestar y de libertad.

4. En esas condiciones, el anarquismo puede asimilarse a lo que, en química, se llama un cuerpo compuesto, es decir, un cuerpo formado por la combinación de varios elementos. Ese cuerpo compuesto está constituido por la combinación de esos tres elementos: el anarcosindicalismo, el comunismo libertario y el individualismo anarquista. Su fórmula química podría ser S.2, C.2, I.2. Según los acontecimientos, los medios, las múltiples fuentes de las que se nutren las corrientes que componen el anarquismo, la dosis de esos tres elementos variará. Analizándolo, la experimentación revela esas dosis; en la síntesis, el cuerpo compuesto se reforma. La fórmula puede alcanzar proporciones variables, local, regional, nacional o internacionalmente. Pero siempre esos tres elementos -anarcosindicalista, comunista libertario e individualista anarquista- están hechos para combinarse y constituir lo que yo llamo la "síntesis anarquista".

¿Cómo es posible que la existencia de esas tres corrientes haya debilitado el movimiento anarquista?

Llegada mi demostración a este punto, hay que preguntarse cómo puede ser que, en estos últimos años sobre todo, en Francia especialmente, la existencia de esos tres elementos anarquistas, lejos de haber fortalecido el movimiento libertario, haya tenido por resultado su debilitación.

Y este problema, planteado en términos claros, tiene que ser estudiado y resuelto de manera igualmente límpida. La respuesta es fácil, pero exige por parte de todos una gran lealtad.

Yo digo que no es la existencia de esos tres elementos -anarcosindicalismo, comunismo libertario y anarquismo individualista- la que ha causado la debilidad o, más exactamente, el debilitamiento relativo del pensamiento y de la acción anarquistas, sino únicamente la posición que han tomado unos y otros en relación a los demás: posición de guerra abierta, encarnizada, implacable.

Cada fracción, en el curso de esos nefastos enfrentamientos, ha desplegado la misma mala voluntad. Cada una se las ha ingeniado para desnaturalizar las tesis de las otras dos, para ridiculizar sus afirmaciones y negaciones, para hinchar o atenuar las líneas esenciales hasta hacer de ellas una caricatura odiosa. Cada tendencia ha dirigido contra las otras las maniobras más pérfidas y se ha servido de las armas más mortíferas.

Si, a falta de un acuerdo entre ellas, al menos se hubieran puesto a guerrear con menos rabia las unas contra las otras, si la actividad consumida en luchar se hubiera destinado a batallar, aunque fuera por separado, contra el enemigo común, el movimiento anarquista de este país habría adquirido, con el favor de las circunstancias, una amplitud considerable, una fuerza sorprendente.

Pero la guerra intestina, de tendencia contra tendencia, a menudo incluso de personalidad contra personalidad, lo ha envenenado todo, lo ha corrompido, viciado, esterilizado; incluso las campañas, que habría debido agrupar en torno a nuestros ideales los corazones y conciencias desprovistos de libertad y de justicia que son, en los medios populares sobre todo, mucho menos raros de lo que se desearía.

Cada corriente ha escupido, baboseado y vomitado sobre sus corrientes vecinas, con el fin de ensuciarlas y hacer creer que la única limpia era la suya.

Y, ante ese lamentable espectáculo de divisiones y actuaciones odiosas, que suscitaban de una parte a otra nuestros grupos, tanto unos como otros se han vaciado de lo mejor de su contenido y sus fuerzas se han agotado unas contra otras en lugar de unirse en la batalla que hay que librar contra el enemigo común: el principio de la autoridad. Esa es la única verdad.

El mal y el remedio

El mal es grande: puede, y debe, ser sólo pasajero, y el remedio está a nuestro alcance. Quienes hayan leído atentamente y sin tomar partido las líneas precedentes lo adivinarán sin esfuerzo: el remedio consiste en penetrarse de la idea de la síntesis anarquista y aplicarla cuanto antes y lo mejor posible.

¿De qué sufre el movimiento anarquista? De la guerra que han mantenido los tres elementos que lo componen. Si por su origen, carácter, métodos de propaganda, organización y acción, estos elementos se ven condenados a enfrentarse, la solución que propongo no sirve para nada; sería inaplicable; sería inoperante; abstengámonos de emplearla y busquemos otra.

Si, por el contrario, la oposición no existe y, con más razón, si los elementos -anarcosindicalista, comunista libertario e individualista anarquista- están hechos para combinarse y formar una especie de síntesis anarquista, habrá que intentar su realización, y no mañana sino hoy.

No he descubierto ni propongo nada nuevo: Luigi Fabbri y otros compañeros rusos (Volin, Flechin, Mollie Steimer) con los que he charlado mucho estos días, me han confirmado que este intento de realización se ha llevado a cabo en Italia, en el seno de la Unión Anarquista Italiana, y en Ucrania, en el seno de Nabat, y que esas dos tentativas han dado los mejores resultados, que solas han roto el triunfo del fascismo en Italia y la victoria del bolchevismo en Ucrania.

En Francia existen, como un poco por todas partes, numerosos grupos que ya han aplicado y aplican corrientemente los datos de la síntesis anarquista (no voy a citar ninguno para no omitir alguno), grupos en los que los anarcosindicalistas, comunistas libertarios e individualistas anarquistas trabajan en armonía, y estos grupos no son los menos numerosos ni los menos activos.

Estos hechos (y podría citar otros) demuestran que la aplicación de la síntesis es posible. No digo ni pienso que pueda hacerse sin lentitud ni dificultades. Como todo lo nuevo, chocará con la incomprensión, la resistencia e incluso la hostilidad. Si hay que mantenerse impasible, nos mantendremos; si hay que resistir a las críticas y a las malas intenciones, resistiremos. Somos conscientes de que la solución está ahí y estamos seguros de que, tarde o temprano, los anarquistas llegarán. Por eso no nos dejamos desanimar.

Lo que, en circunstancias memorables, se ha hecho en Italia, en España o en Ucrania, lo que se ha hecho en varias localidades de Francia, podrá hacerse y, bajo el empuje de los acontecimientos, se hará en todo el país.

Sébastien Faure


Organización del Anarquismo - FAI






a Síntesis Anarquista

Se entiende por "síntesis anarquista" una tendencia desarrollada actualmente en el seno del movimiento libertario, que trata de conciliar y "sintetizar" las diferentes corrientes de ideas que dividen a estos movimientos en diversas fracciones más o menos hostiles entre sí. Se trata, en el fondo, de unificar en cierta medida tanto la teoría como el movimiento anarquistas en un conjunto armonioso, ordenado, acabado. Y digo en cierta medida porque, naturalmente, la concepción anarquista no podría ni debería jamás hacerse rígida, inmutable, estancada. Debe permanecer ligera, viva, rica en ideas y tendencias. Pero ligereza no debe significar confusión. Y, por otra parte, entre inmovilidad y fluctuación existe un estado intermedio. Es precisamente ese estado intermedio el que la síntesis anarquista trata de precisar, de fijar y de alcanzar.

Fue sobre todo en Rusia, durante la Revolución de 1917, cuando la necesidad de tal unificación, de tal síntesis, se hizo sentir. Muy débil ya materialmente (pocos militantes, escasos medios de propaganda, etc.) en relación a otras corrientes políticas y sociales, el anarquismo se vio aun más debilitado durante la Revolución Rusa como consecuencia de las luchas intestinas que lo desgarraban. Los anarcosindicalistas no querían entenderse con los anarquistas comunistas y, al mismo tiempo, unos y otros se enfrentaban con los individualistas (sin hablar de otras tendencias). Ese estado de cosas impresionó dolorosamente a varios compañeros de tendencias diversas. Perseguidos y finalmente expulsados de la gran Rusia por el gobierno bolchevique, algunos de estos compañeros fueron a militar a Ucrania, donde el ambiente político era más favorable y donde, de acuerdo con otros compañeros ucranianos, decidieron crear un movimiento anarquista unificado, reclutando militantes serios y activos por todas partes, sin distinción de tendencia. El movimiento adquirió enseguida una amplitud y un vigor excepcionales. Para consolidarse e imponerse definitivamente, sólo le faltaba una cosa: una cierta base teórica.

Sabiéndome un adversario decidido de las nefastas querellas entre las diversas corrientes del anarquismo, sabiendo que pensaba como ellos en la necesidad de conciliarlas, algunos compañeros acudieron a buscarme en una pequeña ciudad de la Rusia central y me propusieron que fuera a Ucrania para tomar parte en la creación de un movimiento unificado, proporcionarle un fondo teórico y desarrollar la tesis en la prensa libertaria.

Acepté la proposición. En noviembre de 1918, el movimiento anarquista unificado de Ucrania se puso en marcha. Se formaron varios grupos y enviaron a sus delegados a la primera conferencia constituyente, que creó la Confederación Anarquista de Ucrania Nabat (toque a rebato). Esta conferencia elaboró y adoptó por unanimidad una Declaración que proclamaba los principios fundamentales del nuevo organismo. Se decidió que muy pronto se ampliaría esa breve declaración de principios y se completaría y comentaría en la prensa libertaria. Los tempestuosos acontecimientos no impidieron ese trabajo teórico. La Confederación de Nabat hubo de sostener luchas ininterrumpidas y encarnizadas. Pronto se vio "liquidada" por las autoridades bolcheviques que se instalaron en Ucrania. Aparte de algunos artículos de periódicos, la Declaración de la primera conferencia de Nabat fue y seguirá siendo la única muestra de la tendencia unificadora (o "sintetizadora") del movimiento anarquista ruso.

Las tres ideas clave que, después de la Declaración, deberían ser aceptadas por todos los anarquistas serios con el fin de unificar el movimiento son las siguientes:

1. La admisión definitiva del principio sindicalista, que indica el verdadero método de la revolución social; 2. la admisión definitiva del principio comunista (libertario), que establece la base organizativa de la nueva sociedad en formación; 3. La admisión definitiva del principio individualista; la emancipación total y la felicidad del individuo son el verdadero objetivo de la revolución social y de la nueva sociedad.

Desarrollando estas ideas, la Declaración trata de definir con claridad la noción de "revolución social" y de destruir la tendencia de ciertos libertarios que buscan adaptar la anarquía al llamado "período transitorio".

Dicho esto, preferimos, en lugar de retomar los argumentos de la Declaración, desarrollar la argumentación teórica de la síntesis.

La primera cuestión a resolver es la siguiente:

La existencia de diversas corrientes anarquistas enemigas, que disputan entre sí ¿es un hecho positivo o negativo? La descomposición de la idea y movimiento libertarios en diversas tendencias que se oponen ¿favorece u obstaculiza el éxito de la concepción anarquista? Si se considera favorable, es inútil toda discusión. Si, por el contrario, se considera perjudicial, habrá que extraer las necesarias conclusiones.

Respondemos así a esta primera cuestión:

Al principio, cuando la idea anarquista aun estaba poco desarrollada, confusa, fue natural y útil analizarla bajo todos los aspectos, descomponerla, examinar a fondo cada uno de sus elementos, confrontarlos, oponerlos etc. Y eso es lo que se hizo. El anarquismo se descompuso en diversos elementos (o corrientes). Así el conjunto, demasiado general y vago, fue diseccionado, lo que ayudó a profundizar, a estudiar a fondo ese conjunto de elementos. Por aquel entonces, la desarticulación de la concepción anarquista fue por tanto un hecho positivo. Diversas personas se interesaron por las diferentes corrientes del anarquismo; los detalles y el conjunto ganaron en profundidad y en precisión. Pero, por eso mismo, una vez se llevó a cabo esta primera parte, una vez que se examinaron todos los elementos del pensamiento anarquista (comunismo, individualismo, sindicalismo), había que pensar en reconstruir, con esos elementos bien trabajados, el conjunto orgánico del que provenían. Tras un análisis fundamental, había que volver (conscientemente) a la síntesis beneficiosa.

Un hecho curioso: no se volvió a pensar en esta necesidad. Las personas que se interesaron por ese elemento dado del anarquismo acabaron por sustituirlo. Naturalmente, pronto tuvieron desacuerdos y, al final, conflicto con quienes trataban del mismo modo otras parcelas de la verdad entera. Así, en lugar de abordar la idea de la fusión de los elementos dispersos (que, tomados por separado, no podían servir de mucho) en un conjunto orgánico, los anarquistas emprendieron durante muchos años la estéril tarea de oponer enconadamente sus "corrientes". Cada uno consideraba "su" corriente, "su" parcela, como la única verdad y combatía encarnizadamente contra los partidarios de las otras corrientes. Así empezó, en las filas libertarias, ese pataleo caracterizado por la ceguera y la animosidad, que continúa en nuestros días y que debe considerarse perjudicial para el desarrollo normal de la concepción anarquista.

Nuestra conclusión es clara. La división de la idea anarquista en diversas corrientes ha cumplido su papel. Ya no tiene ninguna utilidad. Ahora mantiene al movimiento estancado, le causa enormes perjuicios y no ofrece ya -no puede- nada positivo. El primer período -en el que el anarquismo buscaba, se precisaba y se fraccionaba inevitablemente en su tarea- ha terminado. Es el momento de ir más lejos.

Si la dispersión del anarquismo es actualmente un hecho negativo, perjudicial, hay que tratar de ponerle fin. Se trata de recobrar el conjunto entero, de unir los elementos desperdigados, de encontrar y reconstruir conscientemente la síntesis abandonada.

Entonces surge otra cuestión: ¿es posible actualmente esta síntesis? ¿No será una utopía? ¿Se le podría proporcionar una cierta base teórica?

Respondemos que sí. Es perfectamente posible una síntesis del anarquismo (o, si se prefiere, un anarquismo "sintético"). No es en absoluto una utopía. Sólidas razones de orden teórico hablan en su favor. Anotemos brevemente algunas de estas razones, las más importantes, en su sucesión lógica:

1. Si el anarquismo aspira a la vida, si confía en un futuro mejor, se quiere llegar a ser un elemento orgánico y permanente de la vida, una de sus fuerzas activas, fecundas, creadoras, deberá entonces tratar de situarse lo más cerca posible de la vida, de su esencia, de su última verdad. Sus bases ideológicas deben concordar lo más posible con los elementos fundamentales de la vida. Está claro, en efecto, que si las ideas primordiales del anarquismo se encontraran en contradicción con los verdaderos elementos de la vida y de la evolución, el anarquismo no podría ser vital. Ahora bien ¿qué es la vida? ¿Se podría, de algún modo, definir y formular su esencia, fijar sus rasgos característicos? Sí, es posible. No se trata, ciertamente, de una fórmula científica de la vida -fórmula que no existe- sino de una definición más o menos pura y justa de su esencia visible, palpable, concebible. Es este orden de ideas, la vida es, antes que nada, una gran síntesis: un conjunto inmenso y complicado, orgánico y original, de múltiples elementos variados.

2. La vida es una síntesis. ¿Cuáles son, pues, la esencia y la originalidad de esta síntesis? Lo esencial de la vida es que la más grande variedad de sus elementos -que se encuentran además en movimiento perpetuo- realiza al mismo tiempo, y también perpetuamente, una cierta unidad, o más bien un cierto equilibrio. La esencia de la vida, la esencia de su síntesis sublime, es la tendencia constante hacia el equilibrio, incluso la realización constante de un cierto equilibrio, en la más grande diversidad y en un movimiento perpetuo (advirtamos que la idea de un equilibrio de ciertos elementos como la esencia biofísica de la vida está confirmada por experiencias científicas físico-químicas).

3. La vida es una síntesis. La vida (el universo, la naturaleza) es un equilibrio (una especie de unidad) en la diversidad y en el movimiento (o, si se prefiere, una diversidad y un movimiento en equilibrio). Por lo tanto, si el anarquismo desea marchar a la par que la vida, si trata de ser uno de sus elementos orgánicos, si aspira a concordar con ella y a llegar a un verdadero resultado en lugar de estar en oposición con ella, deberá, sin renunciar a la diversidad ni al movimiento, realizar también, y siempre, el equilibrio, la síntesis, la unidad.

Pero no basta con afirmar que el anarquismo puede ser sintético: debe serlo. La síntesis del anarquismo no sólo es posible, no sólo es deseable: es indispensable. Conservando la diversidad viva de sus elementos, evitando el estancamiento, aceptando el movimiento -condiciones esenciales de su vitalidad- el anarquismo debe buscar, al mismo tiempo, el equilibrio en esta diversidad y este movimiento mismo.

La diversidad y el movimiento sin equilibrio es el caos. El equilibrio sin diversidad ni movimiento es el estancamiento, la muerte. La diversidad y el movimiento en equilibrio es la síntesis de la vida. El anarquismo debe ser variado, móvil y, al mismo tiempo, equilibrado, sintético, unido. En el caso contrario, no será vital.

4. Por último, hagamos observar que el verdadero fondo de la diversidad y del movimiento de la vida es la creación, es decir, la producción constante de nuevos elementos, de nuevas combinaciones, de nuevos movimientos, de un nuevo equilibrio. La vida es una diversidad creadora. La vida es un equilibrio en una creación ininterrumpida. Por lo tanto, ningún anarquista podría pretender que "su" corriente fuera la verdad única y constante, y que todas las demás tendencias en el anarquismo fueran absurdas. Es, por el contrario, absurdo que un anarquista se deje atrapar en la limitación de una sola pequeña "verdad", la suya, y que olvide así la gran verdad real de la vida: la perpetua creación de formas nuevas, de combinaciones nuevas, de una síntesis constantemente renovada.

La síntesis de la vida no es estacionaria: crea, modifica constantemente sus elementos y sus relaciones mutuas.

El anarquismo pretende participar, en los terrenos que le son accesibles, en los actos creadores de la vida. Por lo tanto, debe ser, dentro de los límites de su concepción, amplio, tolerante, sintético, como movimiento creador.

El anarquista debe observar atentamente, con perspicacia, todos los elementos serios del pensamiento y movimiento libertarios. Lejos de precipitarse en un solo elemento cualquiera, debe buscar el equilibrio y la síntesis de todos esos elementos recibidos. Debe, además, analizar y controlar constantemente esa síntesis, comparándola con los elementos de la vida con el fin de estar siempre en armonía perfecta con ésta última. En efecto, la vida no se mantiene quieta, cambia. Y, en consecuencia, el papel y las relaciones mutuas de los diversos elementos de la síntesis anarquista no serán siempre los mismos: en los diversos casos, será tanto uno como otro de los elementos los que habrá que subrayar, apoyar, poner en marcha.

Algunas palabras sobre la realización concreta de la síntesis.

1. No hay que olvidar nunca la realización de la revolución, que la creación de las formas nuevas de la vida no nos incumbirán a nosotros, anarquistas aislados o ideológicamente agrupados, sino a las amplias masas populares, que cumplirán esa inmensas tarea destructora y creadora. Nuestro papel en esta realización se limitará al de fermento, de elemento de consejo, de ejemplo. En cuanto a las formas en las que se desarrollará el proceso, sólo podemos entreverlas de forma aproximada. No tiene sentido pelearse por los detalles en lugar de prepararnos, en un esfuerzo común, para el futuro.

2. Tiene menos sentido reducir toda la inmensidad de la vida, de la revolución, de la creación futura, a pequeñas ideas de detalle y a disputas mezquinas. Ante las grandes tareas que nos esperan es ridículo y vergonzoso ocuparse de esas tonterías. Los libertarios deberán unirse sobre la base de la síntesis anarquista. Deberán crear un movimiento anarquista unido, entero, vigoroso. Mientras no lo creen, estarán al margen de la vida.

¿En qué formas concretas podremos prever la reconciliación, la unificación de los anarquistas y, luego, la creación de un movimiento libertario unificado?

Antes que nada, debemos subrayar que no nos imaginamos esta unificación como un ensamblado mecánico de los anarquistas de las diversas tendencias en una suerte de campamento abigarrado en el que cada uno permanezca en su posición intransigente. Semejante unificación no sería una síntesis sino un caos. Desde luego, un simple acercamiento amistoso de los anarquistas de las diversas tendencias y una mayor tolerancia en sus relaciones mutuas (cese de la polémica violenta, colaboración en las publicaciones anarquistas, participación en los mismos organismos activos, etc.) sería un gran paso adelante en relación con lo que sucede actualmente en las filas libertarias. Pero consideramos ese acercamiento y esa tolerancia como, únicamente, el primer paso hacia la creación de la verdadera síntesis anarquista de un movimiento libertario unificado. Nuestra idea de la síntesis y de la unificación va mucho más lejos. Prevé algo más fundamental, más "orgánico".

Creemos que la unificación de los anarquistas y del movimiento libertario deberá perseguirse, paralelamente, en dos sentidos, especialmente:

a) Hay que comenzar inmediatamente un trabajo teórico que concilie, combine y sintetice nuestras ideas que a primera vista parecen heterogéneas. Es necesario encontrar y formular en las diversas corrientes del anarquismo, por una parte todo los que debe ser considerado falso, que no coincide con la verdad de la vida y debe ser rechazado; por otra parte, todo lo que debe constatarse como justo, apreciable, admitido. A continuación, hay que combinar todos esos elementos justos y de valor, creando con ellos un conjunto sintético. Es sobre todo en este primer trabajo preparatorio donde los acercamientos de los anarquistas de las diversas tendencias y su tolerancia mutua podrán tener la gran importancia de un primer paso decisivo. Y, en fin, ese conjunto sintético deberá ser aceptado por todos los militantes serios y activos del anarquismo como base de la formación de un organismo libertario unido, cuyos miembros estarán así de acuerdo con un conjunto de tesis fundamentales aceptadas por todos.

Ya hemos citado el ejemplo concreto de un organismo así: la Confederación Nabat, en Ucrania. Añadamos aquí a lo que ya hemos dicho antes que la aceptación por todos los miembros de Nabat de ciertas tesis comunes no impedía a los compañeros de las diferentes tendencias apoyar sobre todo, en su actividad y su propaganda, las ideas que les interesaban. Así unos (los sindicalistas) se ocupaban sobre todo de los problemas concernientes al método de la organización de la revolución; otros (los comunistas) se interesaban preferentemente por la base económica de la nueva sociedad; los terceros (los individualistas) destacaban especialmente las necesidades, el valor real y las aspiraciones del individuo. Pero la condición obligatoria para ser aceptado en Nabat era la admisión de esos tres elementos como partes indispensables del conjunto, y la renuncia a la hostilidad entre las diversas tendencias. Los militantes estaban unidos de manera "orgánica", porque todos aceptaban una serie de tesis fundamentales. Así es como nos imaginamos nosotros la unificación concreta de los anarquistas sobre la base de una síntesis de las ideas libertarias teóricamente establecida.

b) Simultánea y paralelamente al mencionado trabajo teórico deberá crearse la organización unificada sobre la base del anarquismo comprendido sintéticamente.

Para terminar, subrayemos de nuevo que no renunciamos en absoluto a la diversidad de las ideas y las corrientes en el seno del anarquismo. Pero hay diversidad y diversidad. Esta, especialmente, que existe entre nuestras filas actualmente, es un mal, un caos. Consideramos su presencia como una falta muy grave. Somos de la opinión de que la variedad de nuestras ideas sólo podrá ser y será un elemento progresivo y fecundo en el seno de un movimiento común, de un organismo unido, edificado sobre la base de ciertas tesis generales admitidas por todos los miembros y sobre la aspiración a una síntesis.

Sólo en el ambiente de un impulso común, sólo en las condiciones de búsqueda de tesis justas y de su aceptación, tendrán valor, serán útiles y fecundas nuestras aspiraciones, nuestras discusiones y nuestras disputas. Así sucedió precisamente en Nabat. En cuanto a las disputas y las polémicas entre las pequeñas capillas, predicando cada una "su" verdad única, no podrán llegar sino a la continuación del caos actual, de las luchas intestinas interminables y del estancamiento del movimiento.

Hay que discutir esforzándose por encontrar la unidad fecunda, y no por imponer a toda costa "su" verdad contra la de los otros. No es esa discusión la que conduce a la verdad. En cuanto a la otra discusión, sólo llevará a la hostilidad, a las querellas vanas y al fracaso.

Volin

Organización del Anarquismo - FAI

No hay comentarios:

Publicar un comentario